Se impone la sombra del caudillo

“Porque Aguirre, que sabía darse a desear para que su prestigio creciera, hizo que sus admiradores y partidarios lo aguardasen esa vez más de una hora. Y entonces ellos -medio único de conservar íntegro el alto concepto que a sí mismos se merecían: eran diputados o ediles, senadores o generales, gobernadores, altos funcionarios públicos- extremaron las manifestaciones del entusiasmo al ver que al fin se presentaba el joven ministro de la Guerra”.